Bullrich, las barras y otra obra teatral
Por Gustavo Veiga / Un síndrome agudo, inesperado, invade el cuerpo en descomposición del régimen gobernante. Huele a pútrido. La propia usina represiva lo llama barrabrava. Tiene un fin claro, estigmatizador del otro, de cancelar al que protesta. Barrabrava sos vos, jubilado, desocupado, precarizado, pobre, indigente, amarrado con alfileres al sistema que te descarta. Pero como todo mote de ocasión, efímero porque no se sustenta en argumentos ni datos ciertos, se empezó a volver en contra del propalador.