El Presidente delegado y la vice que no funciona
Por Silvia Fesquet / “No saben lo lindo que es tener vicepresidente. Estoy tan contenta”. La frase con la que Cristina Kirchner se regodeaba allá por 2011, después de haber ungido a Amado Boudou como su compañero de fórmula, -comparándolo con el mal trago deparado por el anterior, Julio Cobos, y su voto no positivo en la noche de la 125 – nunca figuró en el repertorio de Alberto Fernández. Lo suyo estuvo viciado de nulidad desde el principio. Una vice, o sea, una segunda, que se permite nominar al presidente, es decir, al primero, no auguraba nada bueno. Máxime conociendo a los protagonistas, y todas sus circunstancias. Que la bomba explotara era cuestión de tiempo. Y el resultado de las PASO fue lo que activó el detonador.