Atentado a Río Tercero: las esquirlas siguen lastimando
Por Gabriela Brouwer de Koning / Cinco minutos antes de las 9 de la mañana del 3 de noviembre de 1995, se escuchó un ruido atemorizante y muy potente. Con él, empezó el miedo y el dolor. Entre vidrios, municiones que detonaban y otras que se esparcían por los aires, los riotercerenses escapaban de una ciudad que explotaba y que se subsumía bajo los escombros. En esos momentos, nadie podía siquiera imaginar que la catástrofe había sido programada y pergeñada por el gobierno de Carlos Menem para eliminar las pruebas del tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador. Una población pacífica y trabajadora se convertía en víctima de delitos ejecutados para encubrir más delitos; quienes habían sido elegidos para representarnos, intencionalmente decidían hacer negocios con la muerte.