El mundo observa a la Argentina
Por Maximiliano Gregorio-Cernadas / Mientras uno de los signos más distintivos de una potencia internacional consiste en priorizar aquellos asuntos estratégicos que redunden en su prosperidad –confianza internacional, inversiones, exportaciones, acceso a recursos críticos, gobernanza, seguridad, institucionalidad–, uno de los más arraigados vicios argentinos radica en supeditarlos a las minucias de la política parroquial, provocando la paradoja de que las cuestiones más sensibles para nuestro despegue puedan quedar en manos de cualquier sujeto con una mochila cargada con cascotes y dinero, capaz de estrellarse la cabeza contra un vidrio para escenificar una falsa agresión, como ocurrió en los recientes disturbios de Jujuy.