Profunda renovación de la clase política argentina
Por Sergio Berensztein / Durante la semana, el argentino Pablo García Borboroglu ganó el Indianapolis Prize, el equivalente al Premio Nobel de quienes se esfuerzan por conservar la fauna. ¿Su especialidad? Proteger a los pingüinos frente a los riesgos de extinción. Entre la ironía y la metáfora, el hecho se superpuso con la carta de Cristina Fernández ratificando su autoexclusión de estos comicios luego de dos décadas de predominio del kirchnerismo en el escenario político nacional. Esto, combinado con las renuncias de Alberto Fernández y Mauricio Macri, conforma una situación inusual, si no inédita: estas elecciones presidenciales serán protagonizadas por un conjunto de candidatos con escasos o nulos antecedentes en estas lides. Más aún, puede que no se presente ninguna de las figuras que participaron de procesos electorales similares en los últimos veinte años. Esto implica un recambio casi sin precedentes del plantel político nacional, con una importante modificación del mapa de influencias y la oportunidad de enriquecer el acervo de ideas, visiones y estilos de liderazgo.