Final anticipado para una sucesión de errores de cálculo
Por Hugo Alconada Mon / Ya sobre el final, Cristóbal López exhibía una sola obsesión: no terminar en prisión. Por eso se desprendió de su tajada en Casino Club -o al menos eso dijo-, trató de abrir el concurso de acreedores de su imperio en su pago chico, Comodoro Rivadavia, y cedió in extremis el Grupo Indalo al financista Ignacio Rosner. Todo con tal de no sumarse al pelotón de kirchneristas con casco, chaleco antibalas y esposas. Fue su último error de cálculo.