Argentina, 1985: ¿qué nos hace llorar cuando la vemos?
Por Laura Di Marco / La sala parece una misa. El silencio es emocionado, compacto, tanto que puedo escuchar a la señora sentada en la butaca de al lado susurrándole al marido: “Tengo piel de gallina”, le dice. En la pantalla no hay sexo ni romance. Estamos viendo un juicio. Una película sobre la historia política reciente que desmiente ese pronóstico del folclore argento –tóxico, por cierto– de que en la Argentina siempre, todo, termina mal. Todos conocemos el final, pero aun así nos emociona. Esta vez, increíblemente, la película de la Argentina termina bien. Esa certeza nos hace llorar.