Una película de espías en medio del ajuste innombrable
Por Alejandro Bercovich / Ya era martes en Beijing cuando sonó el celular de Sabino Vaca Narvaja. Era Santiago Cafiero desde la noche porteña del lunes. El canciller ya había salido a aclarar por radio que el embajador en China no estaba autorizado a "señalar visitas o misiones de terceros países" y que la Argentina solo se proponía "seguir llamando a desescalar conflictos". Fue apenas horas después de que Vaca Narvaja calificara el sorpresivo desembarco en Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, como "una provocación para China y un problema para toda la comunidad internacional". Desde esa visita, día y noche, los portaaviones y submarinos chinos maniobraban más cerca que nunca de Taipei, en una escalada de consecuencias aún imprevisibles entre las dos mayores potencias del mundo, ambas con poderío nuclear.