La reaparición de la profesora Cristina y el alumno Fernández
Por Laura Di Marco / Ella sin barbijo. Obvio, las leyes son siempre para los otros. El, más aplicado, con el barbijo de rigor. Con la precisión de la gestualidad corporal, Cristina le indicaba al alumno Alberto, en la previa a su segundo discurso ante la Asamblea Legislativa, cómo se firma el libro del Senado, cómo se enciende el micrófono (audio, botoncito, ¡tiqui, tiqui, Alberto!); lo calmaba palmeándolo, maternal, cuando se exaltó en el medio de un discurso nervioso y plagado de furcios (un defecto discursivo que Alberto no suele tener) y asentía en momentos de cristinismo sublime: el tramo dedicado a fustigar a la Justicia -en los “márgenes” de la democracia, según el Presidente- y el anuncio de una “querella criminal” que dé inicio a una investigación de la deuda tomada por el macrismo.