El riesgo de confundir a las personas con los problemas
Por Sergio Berensztein / Hablamos de Cristina, Alberto, Sergio, Horacio, Patricia y Lilita. Seguimos mencionando a Néstor, pero gana terreno Máximo mientras se expone algo más Mauricio y María Eugenia (Mariu, para los amigos) se apresta a regresar. El punto de inflexión parece haberse dado luego de la gran crisis de comienzos de siglo. Antes, los nombres propios estaban reservados para Evita, el Diego y los papas. A nadie se le ocurriría hablar de juandominguismo, hipolitinismo o arturismo para sustituir a los indispensables peronismo, yrigoyenismo o frondizismo. Curiosamente, cuando la política más se alejó de la sociedad (en rigor, cuando se convirtió en su principal problema) comenzamos a llamar a nuestros líderes por su nombre. Una lástima que con los problemas más importantes del país no hagamos lo mismo.