El día que a Alberto se le rompió el GPS
Por Laura Di Marco / En 2008, Alberto Fernándezdecidió abandonar la sociedad política con el matrimonio Kirchner, en la que era un accionista minoritario. No lo echaron; se fue, peleado con el camino de la radicalización. Alberto nunca fue un "empleado" de los Kirchner, como sí lo era, por ejemplo, Carlos Zannini. Siempre cultivó un activo: un GPS capaz de leer las señales por fuera del sentido común peronista kirchnerista. Una geolocalización que lo llevó a bajarse de la guerra contra el campo y a no cortar jamás los puentes con el periodismo crítico, a pesar de los cortocircuitos diarios que los accionistas mayoritarios del proyecto K tenían con los medios. Como jefe de Gabinete apretaba, sí, pero la sangre nunca llegaba al río. Al punto de que Cristina consideró, por muchos años mientras estuvieron distanciados, que él era un "hombre de Clarín".