La propensión del Gobierno a cometer "errores no forzados"
Por Sergio Berenztein / En las últimas jornadas, Alberto Fernández y su gobierno evidenciaron su propensión a cometer errores tan evidentes como pueriles. Estas equivocaciones dejaron expuesto un rostro de aparente ingenuidad -perdonable en un alma buena como la del recordado Juan Carlos Pugliese ("les hablé con el corazón...")-, pero ciertamente inusual en un peronista experimentado como el Presidente. También, la necesidad de legitimar la política sanitaria implementada como consecuencia de la pandemia, en particular las cuarentenas estrictas, con comparaciones al menos poco rigurosas, sino abiertamente sesgadas. Mientras tanto, el laberinto en el que se metió a sí mismo con la fracasada oferta a los bonistas sugiere que la obsesión con la "sostenibilidad" podría tener más que ver con un asunto autorreferencial que con una cuestión económica (el monto a reestructurar representa un porcentaje irrelevante del PBI).