La guerra y la implosión oficial fuerzan a cortar antes la torta
Por Alejandro Bercovich /
Antes de aterrizar en Buenos Aires, apenas diez meses atrás, Marc Stanley ya había dado muestras que no sería un embajador más. Aunque el Palacio Bosch supo albergar a personajes histriónicos como James Cheek y lobistas hiperactivos como Noah Mamet, el abogado texano arrancó comparando a la economía argentina con un "hermoso autobús turístico al que no le funcionan las ruedas" como una forma de presionar para que Alberto Fernández apurase la renegociación del fallido préstamo récord del Fondo Monetario a Mauricio Macri, lo cual ocurrió a los pocos meses.